El cubano Compay Segundo (Máximo Francisco Repilado Muñoz) es el trovador más viejo y famoso del mundo. Nacido en 1907, tiene el aroma seco y agradable de lo antiguo. Hereda el saber hacer de los trovadores tradicionales de Santiago de Cuba, cuna del son y del bolero. Posee la mirada de un joven en plena pubertad, pero con el saber estar de lo pasado por la vida.
Trovadores ha habido muchos, pero Compay es la leyenda viva. La trova hasta 1992 no era acogida como algo cercano y familiar,pero a partir de esta fecha comienza a crearse en España un ambiente favorable para la trova y el son tradicional e invitan a viejos y respetables músicos. Algunas discog´raficas comienzan a reeditar colecciones de discos viejos de son. Eso genera gran curiosidad. Europa, envejecida y explotado de sonidos eléctricos y electrónicos, decide echar una mirada atrás, en busca de la música natural, original.
Compay entra en el escenario estatal en 1994 en un encuentro entre el son cubano y el flamenco, que organiza la Diputación de Sevilla. Pero no es hasta un año después, 1995, cuando Santiago Auserón, Juan Perro para los amigos, edita la antología de Compay Segundo. Y el boom se logra con el Premio Grammy, con el disco Buena Vista Social Club, en 1997, dentro de la categoría de música tradicional, saltando a la fama, mundial que llevo a este trovador de más de 90 años a tocar en los escenarios más exigentes. Pero Compay sigue igual de sencillo. Precisamente es apreciado por esa sencillez y naturalidad. Sigue cantando a todos los cubanos, como lo hizo, en su juventud.
Nacido en el pueblo minero de Siboney, Santiago de Cuba, en 1907, en plena etapa de posguerra, Segundo vivió en un entorno muy pobre. La música que se escuchaba en su mayoría venía de Europa. De Cuba se iba imponiendo el danzón, se escuchaban habaneras, guarachitas, congas y algunas rumbitas. No faltaban las canciones trovadorescas, los boleros. Compay, un estudioso de la vida, analiza detenidamente en la cama lo que hace cada día. Estudia las cosas y la gentes. No espera en un rincón la muerte, ella tiene que perseguirle. Él va sacando candela, esperando llegar a los 100 años y pedir prórroga, como hizo su abuela.
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